Los avances tecnológicos han facilitado el trabajo de las empresas, pero también han hecho que los equipos de los centros de operaciones de seguridad (SOC, por sus siglas en inglés), ya saturados de trabajo, tengan que afrontar numerosos retos. Conforme aumentan tanto la superficie de ataque como la cantidad de productos de protección, el personal encargado de la seguridad o bien se ve inundado de alertas (y eso es malo) o bien carece de visibilidad cuando se producen actividades maliciosas en entornos sin supervisión (y eso es peor). Además, los SOC cuentan con pocos recursos, con lo que no pueden asignar el personal y el capital que serían necesarios para lidiar con los picos de alertas y gestionar el mantenimiento y las operaciones de seguridad diarias.